CUANTOS PORTAZOS

Si tengo que pensar cuantas veces se me ha cerrado alguna puerta, o cuantas veces he sido yo quien ha dado el portazo no soy capaz de contarlas….
El tiempo, la gente, la alegría y la tristeza han pasado por mi vida cientos de veces, he dado muchas vueltas, y cada una de esas vueltas estoy segura que tenía una razón de ser. Cada una de esas vueltas me ha llevado a una nueva puerta.
Y quizá por eso lo que antes para mí era un portazo, ahora simplemente es una nueva etapa en mi vida, una nueva puerta que abro despacio, con tiento y con ilusión, y que siempre intento dejar entreabierta con el miedo de que quizá el viento o alguien descuidado pueda cerrarla sin querer…

sábado, 10 de noviembre de 2007

10/11/2007 LA MUJER MUERTA

A las 7:45 suena mi despertador, estoy desorientada, no sé si es lunes o sábado… En cuanto me sitúo me levanto y miro por la ventana, aún no ha terminado de amanecer, pero todo apunta a que disfrutaremos de un día soleado, no puede ser más perfecto. El termómetro del coche me dice que hay -1º fuera, lo justo para terminar de despejarme. A las 9:15 comienza esta ruta en la estación de tren de El Espinar, allí he quedado con Marina, Carlos, Lito y Silvia.
Se retrasan unos minutos, cuando veo aparecer su coche nos dirigimos a La Panera donde aparcamos mi coche y a continuación nos dirigimos a Navacerrada.
Llegamos al aparcamiento del Puerto de Navacerrada a las 10:30 y empezamos a andar.
La ruta empieza siguiendo el camino Schmith hasta la Fuenfría. Por la senda nos encontramos a otros montañeros que tan amablemente nos saludan. Me gusta ver que al menos en la montaña no se han perdido las buenas costumbres.
El paisaje es precioso, los colores ocres se funden con los verdes y los árboles empiezan a dejar ver su desnudez. Los rayos de sol se cuelan por entre las hojas intentando alumbrar el camino.
Cuando llegamos a la Fuenfría hay bastante gente descansando en la pradera, pero nosotros decidimos continuar el camino, Carlos sugiere que paremos a tomar un tentempié en La Pinareja.
Hasta ahora el camino ha sido fácil, llaneando casi todo el tiempo, pero La Pinareja se nos aparece delante con una altura considerable; ahora empieza lo bueno, y Lito ya puede disfrutar de una buena subida que tanto le gustan.
Al principio empiezo con mucha fuerza pero poco a poco voy decayendo, cada vez parece más lejos…
Marina y yo nos quedamos atrás, nos lo tomamos con calma y vamos hablando de nuestras cosas. Carlos, Silvia y Lito hacen cumbre los primeros. Una vez reunidos todos nos hacemos unas fotos en la cruz que señala la cumbre y decidimos comer algo. Y para variar empezamos a sacar mogollón de comida: filetitos de cinta de lomo, queso, tortilla, mejillones, barritas energéticas, mandarinas, manzanas... y lo mejor, dos termos de caldo de pollo muyyyy calentito que a más de uno nos hace volver a la realidad.
Tras una media hora de parada reanudamos la marcha, ya seguimos la cuerda de la mujer muerta y nuestra siguiente parada la haremos en el pico del Oso.
El paisaje desde la cima es alucinante, se distingue perfectamente Madrid con sus cuatro rascacielos y su inseparable nube gris encima. Más cerca toda la sierra de Guadarrama y los pinares de Valsaín, y al otro lado Segovia y su infinita llanura amarilla.
Llegamos al pico del Oso y hacemos una breve parada para hacer unas fotos y descansar, la vista desde allí es espectacular.
Pero no podemos entretenernos mucho, el tiempo juega en nuestra contra, corremos el riesgo de que se haga de noche antes de llegar al final de la ruta. Aquí mi rodilla derecha empieza ya a molestarme.
Seguimos andando y camino de Pasapán tenemos noticias de Rafa, ya lleva una hora andando desde La Panera y nos encontraremos en el puerto de Pasapán.
Cuando nos reunimos todos Rafa nos dice que aún no ha comido y son las 16:30 así que hacemos otra parada y aprovechamos para comer algo todos. Una nueva ronda de caldo calentito, unas sardinas, salchichón, jamón, queso, fruta, chocolate… no nos faltó de nada. Unas fotos para el recuerdo y reanudamos la marcha.
La bajada hacia La Panera es muy bonita, es una pendiente muy pronunciada por lo que mi rodilla ya me duele de verdad, pero como no hay más remedio que bajar pues intento no hacerle mucho caso. Y gracias a que Rafa me acompaña en el descenso voy más entretenida y se me va olvidando.
El paisaje poco a poco va cambiando de color, el sol va cayendo en el horizonte y el cielo se va tornando de un color anaranjado.
Cuando llegamos al último tramo de pista forestal es casi de noche, la luz en el bosque es muy tenue y le da un aire muy romántico.
A las 19:00 llegamos al coche, ya es de noche. Y todos sentimos una satisfacción enorme por haber concluido con éxito esta ruta. Han sido unos 20 kilómetros de marcha subiendo y bajando por la montaña.
Ahora cada vez que vea la mujer muerta desde la ventana de la cocina ya no veré simplemente una montaña con forma fantasmal, si no que veré cada unos de los picos que hemos alcanzado y cada una de las anécdotas de esta primera ruta por la Mujer Muerta.

lunes, 5 de noviembre de 2007

31/10/2007 - 04/11/2007 - PORTUGAL

¿Y por qué no alquilamos una autocaravana?
La idea se me ocurrió de repente y al final fue una realidad, cinco personas y un perro viajando en autocaravana por Portugal. Una experiencia inolvidable.
El viaje empieza en Colmenar, hemos decidido reunirnos en casa de Escarpín para iniciar el viaje, ya que es él quien recoge la caravana por la mañana. A las 21:00 del miércoles nos vemos todos allí ¡qué tarde!!!
Empieza un desfile de trastos para complementar la caravana: bolsas y bolsas de comida que Marina con muy buena vista se encargó de comprar. Sartenes, cacerolas cubiertos, platos y vasos. Edredones, sacos de dormir… ¿pero seguro que entramos todos????
Cuando terminamos de colocar todo nos metemos dentro y empezamos el viaje.
Decidimos comprar unos sándwiches en una gasolinera para avanzar algo, ya que a las 23:00 a penas acabábamos de abandonar la Comunidad de Madrid.
El sueño empieza a hacer mella y decidimos turnarnos para dormir.
A las 5 de la madrugada la caravana se detiene en un pueblecito de Portugal, no sabemos donde estamos pero es hora de descansar un rato.
Cuando nos despertamos damos cuenta de un suculento desayuno y luego una vuelta por el pueblecito al que hemos llegado. Nada nos hacía sospechar que estuviésemos en un sitio tan precioso como Marvao.
Sus empinadas y estrechas calles rodeadas de casitas blancas y un aire antiguo y romántico que envolvía todo nos hace quedarnos maravillados del lugar. Pero cuando llegamos al castillo-fortaleza ya el grado de asombro es enorme, que bonito!!! No nos cobran nada por entrar y está todo muy bien cuidado. Que vistas tan preciosas del pueblo y los alrededores… Un lugar mágico.
Continuamos el viaje rumbo a la costa, ya que ese era nuestro propósito: bordear la cosa portuguesa y gallega hasta llegar a Finisterre.
A la hora de comer paramos en un campo junto a la carretera para que Ayla pueda correr y nos preparamos unas riquísimas hamburguesas. Y rápidamente proseguimos el viaje, la playa nos espera.
Llegamos a Peniche, vemos atardecer desde el puerto, todo un espectáculo visual al que Carlos dedicó muchas fotos. Paseamos por la zona más marchosa (por decir algo, ya que en todos los sitios que hemos estado a penas había gente por la calle) y decidimos tomarnos unas gambas en algún bar. Como vamos con Ayla elegimos uno con terraza y nos sentamos. Pedimos unas gambas y cervezas con limón. En todos los sitios donde hemos estado no conocen la cerveza con limón y no tienen refrescos de limón con gas, qué raro… Después de una larga espera nos traen nuestras gambas, son una especie de langostino enorme, allí se conocen como camaraos, y lo cierto es que están de muerte.
La siguiente escala la hacemos en Óbidos. Una ciudad pequeñita y amurallada con un encanto especial. Lo visitamos de noche y nos parece perfecto. Decidimos entrar en un bar en busca de una sopa caliente, ya que la noche es fresca. Pero el bar que más nos ha gustado por su decoración y su encanto no es más que una taberna donde tomar unos vinos, así que nos tomamos una dulcísima copa de Oporto y los más valientes lo acompañaron de un vasito de chocolate lleno otra vez de Oporto. Una curiosa manera de degustar el vino, ya que tras beberlo te comes el vaso.
Después a la caravana, ponemos rumbo a la playa hasta llegar a Peniche donde decidimos por fin pasar la noche. Como al final no encontramos la sopa nos hacemos un plato de pasta que nos sienta muy bien y a dormir que es muyyy tarde.
Por la mañana despertamos y la belleza de la playa nos sorprende, que playa más grande!!!! Qué de arena!!! Qué limpia!!! Todo virgen, sin construcciones cerca, sin bares en la orilla del mar… Ayla disfruta como una enana corriendo por toda la playa y metiendo sus patitas en el mar, y los demás nos quedamos impresionados de la belleza del lugar. Pero, aunque esto no lo sabemos todavía, esta es sólo una de las muchas y bellísimas playas que componen el litoral portugués.
Tras nuestro ya tradicional megadesayuno ponemos rumbo al norte hasta llegar a Alcobaça, donde la guía de Lonely Planet nos aconseja visitar el monasterio.
Antes de entrar al monasterio entramos en un supermercado a reabastecernos, aunque realmente no hacía falta nada más que una escoba con la que limpiar la caravana, nos las apañamos para gastarnos 50 euros en comida… si es que…
Dejamos a Ayla en la caravana y entramos al monasterio, muy bonito su claustro y muy grande en su conjunto, pero después de visitar dos pueblos tan bonitos como Marvao y Óbidos la visita nos sabe a poco.
Vamos a la caravana con intención de buscar un sitio para comer y finalmente llegamos a Nazaré, y aparcamos en un acantilado desde el que contemplamos un paisaje de ensueño, enormes playas de infinitas arenas a la izquierda y otra bellísima playa a la derecha, esta última totalmente virgen. Un anciano francés medio afincado en el pueblo me contó que esa playa es muy peligrosa porque hay muchas corrientes y remolinos que arrastran a los bañistas hacía la inmensidad del océano, y por eso siempre está vacía. Un lugar de ensueño. Sergio, Marina y Escarpín se hicieron fotos en un altísimo peñasco colgado en el vacío al que yo fui incapaz de llegar por mi vértigo.
Hora de comer nuestro menú de caravana: pasta con pollo y salsa de nata, muy rico!
Emprendemos viaje de nuevo rumbo al norte y decidimos llegar a Coimbra. Llegamos ya anocheciendo y buscamos un aparcamiento a las afueras para no movernos con la caravana, tan grande, por la ciudad, pero se queda sólo en un intento ya que el GPS (alias señorita Rotelmeyer) decide meternos por una calle estrecha y allí la caravana se roza con un coche aparcado. Las gentes del lugar, poco acostumbradas al tránsito de público por esa residencial calle enseguida salen de sus casas a ver qué ha pasado, y la dueña del coche rehusa hacer el parte amistoso que nos disponíamos a rellenar por lo que llaman a la policía y perdemos unas dos horas en los trámites.
Una vez resuelto el asunto decidimos alejarnos de Coimbra y no volver a entrar en ninguna ciudad con la caravana.
Queremos pasar la noche en la playa, por lo que nos dirigimos a la playa de Quiaios. Antes paramos en Figueira da Foz donde paseamos y cenamos en un cutre bar frente al casino donde estaba reunido todo el pueblo. Pedimos Francesinha para probarlo pero no nos gustó nada, es como un sándwich con pollo, salchichas y queso, hasta ahí muy bien, pero regado con una salsa que no nos gustó nada. Y luego cada uno un plato de bacalao que estaba bien rico. Llegamos ya de noche a la playa, por lo que no podemos disfrutar de su hermosura hasta la mañana siguiente. Cuando salimos de la caravana nos dirigimos hacia las dunas. Las playas con dunas están protegidas y para evitar que la gente pase por las dunas han puesto unas pasarelas de madera que recorren todo el largo de la playa. La vista es espectacular, kilómetros de playa virgen a izquierda y derecha de arena limpia y en frente un manso océano Atlántico con un brillante color azul.
Dejamos que Ayla corra por la playa a su antojo y que disfrute y se canse haciendo agujeros en la arena.
Después de disfrutar un par de horas de playa emprendemos camino.
Nuestro destino para el sábado es Aveiro, conocida como “la pequeña Venecia” por sus canales y sus “góndolas” Antes de visitar la ciudad nos dirigimos a la playa de Barra donde comemos un rico menú de caravana: arroz con tomate y cinta de lomo y pasamos la tarde paseando por la playa y disfrutando de un hermoso atardecer, donde el sol se perdía en el mar dejándonos un cielo rojo con el que disfrutar haciendo fotos.
Una vez que se ha metido el sol nos dirigimos a Aveiro. Paseamos por la ciudad callejeando por el barrio de los pescadores y el barrio antiguo, pasando por los puentes que cruzan los canales, visitando el centro comercial compramos el dulce típico del lugar: los ovos moles, que no son más que hostias con diferentes formas rellenas de yema. Finalmente decidimos cenar en un restaurante: deliciosas almejas con una salsa riquísima, unos extraños mejillones con la cáscara de color verde radiactivo, y de segundo bacalao. Estaba todo muy rico pero las raciones eran tan grandes que no lo podemos terminar.
Después volvemos con la caravana a la playa de Barra, donde pasaremos la noche.
Cuando nos despertamos nos damos un último paseo por la playa antes de emprender camino a Madrid, ya es el último día de viaje y todos queremos disfrutar hasta el último momento de esas paradisíacas playas.
Nos detenemos en el alto del faro para hacer las últimas fotos del mar y de las playas, un grupo de chicos con sus tablas de body board disfrutan de las pocas olas con que se ha despertado el atlántico.
Y aquí ya ponemos rumbo hacia España. Calculamos que a la hora de comer podemos estar en Salamanca. Y como a mí me apetecía mucho conocer Ciudad Rodrigo decidimos parar allí para hacer una rápida visita. En la plaza mayor Ayla se encuentra con un amiguito suyo, un cachorrito de Golden Retriever de 3 meses con el que juega un rato.
Tras visitar la cuidad, que me desilusionó después de haber visto pueblos tan bonitos en Portugal, nos dirigimos a Diosleguarde, un pequeño pueblo que Marina y Carlos conocen donde hay un restaurante donde sólo se come tostón (cochifrito) chuletitas de cordero y chuletones, y una exquisita ensalada regada con una mezcla de aceite al ajo y vinagre para chuparse los dedos.
Después de comer nos colocamos bajo el cartel que anuncia el pueblo de Diosleguarde y hacemos una foto de grupo con la caravana de fondo, más de 20 tomas hay que hacer hasta que sale la buena, que santa paciencia…
Y a las 21:00 llegamos a Colmenar, donde habíamos empezado nuestra aventura y donde rápidamente recogemos y limpiamos la caravana con la cabeza llena de recuerdos.
Aunque en principio habíamos planeado llegar a Finisterre no hicimos ni la cuarta parte del camino, pero a ninguno nos importa, lo hemos disfrutado muchísmo.

lunes, 29 de octubre de 2007

NOVIEMBRE 2004 - MALDIVAS

El viaje comienza con una mala noticia: alguien muy especial para mí tiene que cancelar su plaza a última hora. Mi primer viaje de buceo, con un montón de amigos pero sin la persona que me había ilusionado a mi lado.
Son un montón de horas de avión y esperas en diferentes aeropuertos hasta llegar a nuestro destino: Male.
Allí nos espera el dhoni que será nuestro barco escoba durante todo el viaje.
Nos acomodamos en nuestra nueva casa durante los próximos diez días, el Adventurer, un típico dhoni maldivo de madera acondicionado para alojar a doce buceadores.
La tripulación nos recibe muy cortésmente y en seguida empezamos a darnos cuenta de lo bien que nos van a tratar.
Dos enormes racimos de plátanos colgados en la cubierta estarán a disposición de nuestro apetito durante todo el viaje.
Nuestro guía nos hace una introducción de lo que serán las inmersiones y de cómo se vive a bordo del barco, todo parece perfecto.
Las inmersiones por los atolones Male Norte y Ari Atoll son diferentes a las que he hecho hasta ahora, nada más llegar al punto de buceo nos tiramos todos al tiempo al agua con el chaleco deshinchado para que la corriente no nos arrastre en superficie, y comenzamos el descenso.
La primera impresión es que es todo muy gris, qué desilusión. Esperaba ver muchos peces de colores y muchos corales, pero es todo gris y azul. De pronto algo se mueve debajo de mí, un tiburón!!! Y de pronto todo lo que hay bajo el agua cambia, hay colores, hay luz, era justo lo que yo había imaginado.
En las más de veinte inmersiones que hicimos allí vimos de todo: tiburones puntas blancas, tiburones grises, tiburones tigre, tortugas, napoleones, peces murciélago, mantas diablo, rayas, peces ballesta… y un sinfín de peces de colores, además de los fantásticos barcos hundidos que tanto me apasionan.
Lo que más me emocionó fueron las mantas diablo, tanto tiempo deseando ver una… cuando las vi aparecer no pude evitar llorar de la emoción, fue alucinante
Cada inmersión era espectacular, no quería perderme ninguna. Y encima tenía un compañero de lujo equipado con una magnífica cámara de fotos para inmortalizar cada encuentro bajo el agua.
Aún nos quedaba otra ilusión: ver un tiburón ballena. Y nuestro guía se lo tomo tan a pecho que se subió a la cubierta superior y desde allí le indicaba al capitán el rumbo que debía seguir buscando el tiburón ballena, y finalmente lo encontró! Todos nos apresuramos a ponernos gafas y aletas y echarnos al agua para poder ver esa maravilla de la naturaleza más de cerca. Y la verdad es que casi no pudimos verlo, era una cría de unos cuatro metros que huía asustada de todos nosotros.
Al subir al barco un cortejo de delfines quiso acompañarnos.
Los días transcurren a base de inmersiones, comida y sueño. El cocinero se afanaba en agradarnos con suculentos platos típicos del lugar pero adaptados a nuestros sofisticados paladares occidentales: arroz con todo tipo de acompañamiento, picantes carnes y pescados, exquisitos postres.
Hacemos escala en una isla para hacer las típicas compras de regalos para los que no han tenido la suerte de acompañarnos en este viaje y disfrutar de unas “deliciosas” coca-colas maldivas con sabor a vainilla, extraña mezcla…
Después de tantas inmersiones debemos hacer un descanso antes de volar de vuelta a casa, y nuestro guía nos prepara una visita a una isla particular de un amigo suyo.
La isla se puede recorrer en unos cinco minutos, pero es como estar en el paraíso. Unas playas de arena blanca con agua cristalina en sus orillas y con el arrecife que cae hasta el infinito del fondo del mar a tan solo unas brazadas.
Un grupo de delfines que se ve nadando cerca de la isla y que casi puedes alcanzar con unas cuantas aletadas.
Y lo más alucinante, un acuario natural en la isla donde podemos bañarnos con tortugas, tiburones, rayas, y todos se dejan tocar, una experiencia inolvidable.
La última noche toda la tripulación nos sorprende con una fiesta maldiva a bordo que además coincide con el final del Ramadán musulmán. El capitán y sus tripulantes ataviados con el típico pareo maldivo y todo adornado con flores. Música a base de percusiones y cantos, bailes y una suculenta cena a base de manjares de Maldivas.
Al final todos acabamos en el agua.
Y al día siguiente el interminable regreso a Madrid, con el cansancio acumulado de diez intensos días de inmersiones inolvidables, y la retina grabada con imágenes que nunca olvidaré.

27/10/2007 PARQUE NATURAL TEJERA NEGRA

Todo comienza en la estación de Atocha.
Tenemos el gusto de ir a buscar a Chipo y Carmen, dos murcianicos maravillosos con los que nos hemos propuesto pasar todo el fin de semana. La bienvenida en la estación es muy comedida (si supierais lo que os habíamos preparado....) unos besos y traslado a casa de la gran anfitriona Marina, base de operaciones de todo el fin de semana y lugar de alojamiento para nuestros invitados. Una deliciosa cena, cuya preparación en la cocina era ya una auténtica reunión y muchas risas, mucho vino, muchas anécdotas, muchos cotilleos y mucha comida rica: volovanes de bechamel con gambas, canapés de Escarpín, exquisita merluza en papillote y de postre una tarta de yema y chocolate. Nos retiramos prontito porque hay que madrugar para ir a nuestro siguiente destino: Tejera Negra.
A las 7 de la mañana suena el despertador, mi mente aún está dispersa intentando averiguar si me levanto para ir a trabajar, qué raro... A los 8 Ayla y yo recogemos a Carlos en su casa y nos dirigimos a nuestra base de operaciones, allí Chipo, Carmen, Escarpín y Marina dan cuenta de un suculento desayuno, al que afortunadamente llego a tiempo (es que no me había dado tiempo a desayunar en casa) Acto seguido ponemos rumbo a Tejera Negra.
Pierdo a Marina por el camino, ella va delante pero me cuesta seguirla, la hija del viento la llaman. Mi coche decide ir por la A2, mientras que el de Marina opina que mejor es la A1. Carlos, Ayla y yo disfrutamos de una ruta preciosa, adentrándonos en Guadalajara, siguiendo unos caminos de ensueño rodeados de frondosos árboles a punto de perder sus amarillentas hojas. Un par de cervatillos cruzan la carretera a nuestro paso, para mí esto es un presagio del buen día que nos queda por delante.
Llegamos a la barrera del parque natural los primeros. Esperamos allí al resto del grupo, que se habían parado en Ayllón a desayunar. Al rato aparecen los coches de Marina y de Rafa. Saludos a los recién incorporados Rafa y Julien, y bienvenida a David, un nuevo aventurero. Ya solo faltan Javi y Silvia, ¿cómo tardan no??? Mientras esperamos la tecnología hace de las suyas, no hay cobertura y no sabemos cuánto van a tardar. A riesgo de perder nuestras plazas reservadas en el aparcamiento decidimos entrar al parque, con la certeza de que Javi y Silvia nos encontrarán más tarde.
Cuando empezamos la ruta eso parece una romería, qué de gente!!!! Abuelos, niños y madres, padres y perros, como la Gran Vía un sábado por la tarde. Aún así, el paisaje es tan bonito que nos hace olvidar la gente que nos rodea. Vamos siguiendo la senda a ratos por un valle, a ratos rodeados de árboles. Ayla decide chapotear en el agua del riachuelo. Y todos vamos animados hablando y disfrutando del paisaje. Después de una enorme subida, en la que mis piernas me decían basta, llegamos a una explanada con unas vistas preciosas y decidimos comer allí. Los filetitos de pollo de Marina son vitoreados por las hambrientas bocas que se disponen a degustarlos, además nuestros particulares gourmets Julien y Rafa nos deleitan con un delicioso queso, además de un chorizo hecho por la tía-abuela de David que está de muerte. Y de postre chocolate, dátiles, ciruelas, y un montón de cosas más... No, si está visto que lo de ir a la montaña es sólo una excusa para ponernos ciegos a comer.
Aquí es cuando Javi y Silvia nos alcanzan, no veas si andan rápido porque han subido andando desde la barrera y nos han alcanzado!!! alargamos la parada para que puedan comer y después reanudamos la marcha. Tenemos la intención de llegar al bosque de tejos, pero el camino es tan espectacular que los fotógrafos del grupo quedan rezagados y el grupo se dispersa. El primer batallón decide subir al pico y el otro baja al bosque de Tejos. La subida al pico ya se me hace durilla, que si, que ya lo sé, que estoy en baja forma... Ayla no para de tirar de la correa y me lleva casi arrastrando, la tita Marina sale en mi ayuda y se hace cargo de Ayla, ahora la que es arrastrada es Marina :-) Una vez en el pico nos tumbamos al sol a descansar, qué gustito!, y mientras Escarpín contándonos batallitas de los celos que produce en los novios de sus amigas... ays...
Ya sólo nos queda bajar al aparcamiento, y decidimos hacerlo campo a través. Rafa al verse rodeado de tanto árbol no cesa en su empeño de encontrar algún otro boletus que haga compañía al que ya había encontrado gracias al olfato de Julien, madre mía! es increible! dice: aquí huele a boletus! y efectivamente había un boletus... por cierto ¿ya habéis confirmado que es un boletus? ¿estaba rico? Una vez en el aparcamiento parte del grupo decide seguir a pie hasta la barrera, Escarpín, Ayla y yo nos quedamos esperando al segundo batallón compuesto por los tres intrépidos fotógrafos: Carmen, Chipo y Carlos. Ya se hace de noche cuando damos por terminada la excursión.
Decidimos reunirnos en un bar en Majaelrayo donde degustamos una sabrosa panceta y choricitos, que ricooo! Y ya vuelta a casa, a descansar, que el día ha sido muy intenso.
A las 10 de la mañana del domingo me despierta una llamada de Marina: que vamos a buscarte. Nos vamos al Círculo de Bellas Artes a ver una exposición sobre la evolución de las técnicas de fotografía en el siglo XX, muy interesante. Escarpín aprovechó la ocasión para ligar con una pobre chica... después una caminata por el centro de Madrid, recorriendo un montón de calles y plazas que me hacen descubrir de nuevo Madrid y me afianzan en mi decisión de quedarme a vivir en Madrid, acabamos en la Cava Baja, donde degustamos los mejores huevos con patatas y chistorra que habíamos comido en mucho tiempo. Todo esto en una acogedora mesita al fondo del local rodeados de botellas de vino, muy bucólico el ambiente. Ya con un estado de embriaguez bastante avanzado abandonamos el local para dirigirnos a la estación de Atocha, punto donde había comenzado este maratoniano fin de semana y donde debíamos despedirnos con gran pesar de nuestros murcianicos.
Este fin de semana lo guardo como algo memorable, muchas gracias a todos por vuestra compañía.

martes, 25 de septiembre de 2007

MI PASION

Empecé a bucear hace siete años. Y mi entrada en el mundo submarino fue totalmente casual, un cúmulo de circunstancias que rodeaba a mi círculo de amigos me empujó a aprender a bucear. Al principio fue como una pesadilla, no me sentía nada cómoda en el agua y me sentía muy patosa.
Pero como yo siempre digo, el tiempo lo pone todo en su sitio. Y ya veis, a mí me puso bajo el mar, que es el sitio que más me gusta.
No puedo explicar lo que siento cuando estoy bajo el agua, cada inmersión aporta algo nuevo. La sensación de volar gracias a la ingravidez del agua, el estar un rato conmigo misma, el contemplar las maravillas del mundo submarino, ver miles de peces, explorar un barco hundido… No hay adjetivos para describir cómo es, hay que sentirlo.
Después de unos cientos de inmersiones y comprobar que el buceo me apasiona decidí dedicarme a ello profesionalmente, enseñando a los demás a bucear respetando el frágil entorno subacuático e intentando transmitir lo que el mar me hace sentir.
Si aún no lo has probado, ¡adelante! Descubrirás un mundo nuevo y sorprendente lleno de sensaciones.

Modelos de la foto: Marina y Carlos

lunes, 24 de septiembre de 2007

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Desde bien pequeña siempre he tenido un deseo. En cada Navidad, año tras año, pedía como regalo un perro. Y pasaban los años y ese deseo nunca se cumplía.
Este año, por fin he decidio cumplir mi propio deseo y tras un mes de búsqueda por diferentes criaderos encontré a Ayla.

Cuando la vi tan chiquitina, allí en su chenil algo dentro de mí se movió, "Esta es Ayla" me dije.
Y por fin el 5 de frebrero, con 55 días de edad me traje a la bolita peluda a casa.


No puedo describir lo que sentía el día que fui a recogerla, era una sensación de alegría, cariño, plenitud y felicidad, por fin tendría en casa esa cachorrita que tanto anhelaba.
Los primeros días fueron un poco duros, lloraba por la noche, se hacía pis y caca a todas horas... Pero todo eso no importaba ya que desde el primer día se mostró muy cariñosa conmigo y no se separaba de mí.


Ahora ya tiene 10 meses, y en este tiempo nos hemos mudado de casa dos veces, y me ha acompañado allá donde he ido. Hemos pasado juntas sus primeras enfermedades, sus primeros paseos por el monte, sus primeras incursiones en el mar, sus primeras lecciones como ciudadana canina... y así espero pasar todo el tiempo que pueda con ella.




Para mí es mi hija, la quiero con locura.

PUEDE SER


Puede ser, que me haya equivocado una y otra vez,
pero esta vez es cierto que todo va a ir bien,
lo siento aquí en el pecho y en tu cara también.
Y debe ser que pienso igual que ayer pero del revés
todo se ve más claro, más facil no sé,
las cosas se van ordenando solas sin querer.
Y dicen que si una puerta se cierra se abre otra, no sé
más grande más bonita y más fácil que ayer,
más fácil que ayer.
Y esta vez en cambio de una puerta viene un ventanal
muy solido muy fuerte y con vistas al mar,
con vistas al mar...
Y puede ser que me equivoque otra vez
y puede ser que vuelva a perder,
pero la vida me dice que me toca a mí eso de sentirme bien,
y ahora que se marcha la tristeza y las penas también
quisiera despedirme diciéndoles
que espero que no nos volvamos a ver

Canción: "Puede ser" de Conchita


Cuando Marina escogió esta canción como banda sonora de mi vida nunca la había escuchado.


El día que la oí por primera vez el corazón se me alteró en una mezcla de alegría y añoranza... y es que no podía haber elegido una letra y una música más acorde conmigo, con mi pasado y con mi actitud hacia el presente y el futuro.


Y aquí estoy con vosotros, dispuesta a abrir todas las puertas que vengan.